
La ausencia de Tito Fuentes de los escenarios llamó la atención justo cuando Molotov celebraba sus 30 años de trayectoria. El guitarrista desapareció sin explicación, y las especulaciones no tardaron en encenderse. Nadie imaginaba que, detrás de ese silencio, Tito estaba librando la batalla más dura de su vida.
En entrevista, el músico confesó que pasó por un coma inducido de casi tres días, 11 cirugías —muchas de ellas en el rostro— y una espiral de adicciones que lo arrastraron a la autodestrucción. “Estuve muerto en vida”, reconoce con brutal honestidad.
Con más de tres décadas de excesos, Tito admite que nunca se cuidó ni física ni emocionalmente. El precio fue alto: operaciones, terapias, dolor constante en las manos por una enfermedad degenerativa y un cuerpo que le exigía frenar. Pero también llegó un despertar: “Decidí parar, poner mi salud primero y reconstruirme”.
Hoy, lejos de la euforia de los conciertos, el guitarrista encuentra refugio en la terapia y en el arte plástico, donde transforma su caos en creación. Expone obras en espacios poco convencionales, como cajeros automáticos convertidos en galerías, y comparte sin filtros sus recaídas y avances.
Molotov sigue de gira con Micky, Randy y Paco, pero Tito asegura que su regreso no está en duda, solo en pausa: “Molotov es parte de mi vida, volveré cien por ciento. Los conozco antes que a mi propia familia”.
El público lo espera con ansias, y él se mantiene firme en su proceso. Porque si algo ha dejado claro Tito Fuentes es que esta no es una historia de derrota, sino de resistencia, de aprender a soltar para volver a empezar.
Credito: TV Notas